Galgos y Lebreles ¿Son Realmente Perros?

Registro Oficial Canino

Galgos y Lebreles ¿Son Realmente Perros?

1 noviembre 2016 Noticias 0

Galgos y Lebreles ¿Son Realmente Perros?

Hay registros fósiles de lebreles en Sumeria que datan del 7.000-6.000 AC. En otras palabras, este grupo ha evolucionado de forma bastante ajustada durante varios miles de años.

Es importante reconocer las peculiaridades fisiológicas de esta raza. Desde el punto de vista hematológico, estos perros atléticos tienen un mayor valor hematocrito (HTC), concentración de hemoglobina, recuento eritrocitario, y viscosidad de la sangre entera que otras razas. Un galgo sano tiene un HTC de 50-63%, algo que en un perro de cualquier otra raza daría lugar a un diagnóstico presuntivo de policitemia o eritrocitosis. Los glóbulos blancos (RL), neutrófilos y el recuento de plaquetas son más bajos en los galgos que en otras razas. La mayoría de los galgos normales tienen un RL de 3-5X10 9/L, con un recuento de neutrófilos tan bajo como 1,8X109/L y un recuento de plaquetas típico en un galgo sano es de 80-120X109/L. Además, los eosinófilos de los galgos carecen de los gránulos de color naranja característicos observados en todas las otras razas. Sus gránulos no se tiñen, lo que les da en aspecto de vacuolas citoplasmáticas. Estos «PMN vacuolados con núcleos bilobulados» se pueden confundir con frecuencia con neutrófilos en banda tóxicos.

Los perfiles bioquímicos séricos en galgos también tienen valores que suelen estar fuera de los intervalos de referencia para perros. Principalmente, las concentraciones de creatinina sérica son elevadas (1-2,2 mg/dl), y las concentraciones séricas de proteínas totales (5-6 g/dl) y globulina (1,8 a 2,5 g/dL) son menores que en otros perros. La concentración sérica baja de proteínas de fase aguda representa una concentración de globulinas inferior. Dependiendo del instrumento utilizado, también puede haber otros valores fuera del intervalo de referencia para los perros. Recientemente hemos demostrado que el calcio sérico (total e ionizado) y el magnesio son más bajos que en los perros no galgos. Los resultados del análisis de gases en sangre arterial o venosa y cooximetría en Greyhound también dan resultados fuera del intervalo de referencia para los perros.

Los Greyhound también tienen grupos sanguíneos únicos; entre el 50 y el 70% de los galgos son donantes de sangre «universales» (negativos para la DEA 1.1, 1.2 y 7), en comparación con <20% para la mayoría de las otras razas. Cuando se utiliza sólo la tarjeta de tipaje (Rapid VetH) para DEA 1.1, el 87% de los galgos se clasifica como donante de sangre, en comparación con <40% en otras razas de perros.

Hace años que se sabe que los galgos tienen concentraciones inferiores de tiroxina sérica (T4) que los otros perros. Al principio, la baja concentración de T4 se atribuyó a diversos trastornos coexistentes (estrés, administración de testosterona, carreras, etc.). Sin embargo, las bajas concentraciones de T4 ya están presentes en los jóvenes, en galgos que aún no se han entrenado, y persisten en la edad adulta, independientemente de que corran o no. La mayoría de los galgos normales (>90%) tiene valores de T4 por debajo del intervalo de referencia para la raza, y se les suele diagnosticar «hipotiroidismo». Una proporción variable de galgos (10-30%) también tiene concentraciones menores de T4 libre (fT4) que los no galgos. Sin embargo, todos estos galgos tienen concentraciones normales de TSH y son, por tanto, NO HIPOTIROIDEOS. Un reciente estudio utilizó la gammagrafía tiroidea para demostrar que los galgos con T4 sérica baja son, en realidad, eutiroideos.

Desde el punto de vista cardiovascular, los galgos normales suelen tener un soplo sistólico 1-2/6 en la base del lado izquierdo que irradia en la arteria carótida (soplo carotídeo). Este soplo es más fuerte cuando el perro tiene un tono simpático más alto. El soplo se debe al hecho de que tienen un ventrículo izquierdo muy grande, necesario para bombear la sangre altamente viscosa durante el ejercicio. Sin embargo, el diámetro del anillo aórtico es similar al de los perros de tamaño equivalente, generando así un soplo de estenosis aórtica funcional debido a la alta velocidad aórtica. El ventrículo izquierdo de mayor tamaño de los galgos se traduce en un alto índice cardiaco vertebral (ICV), y un diagnóstico erróneo de cardiomegalia. Las imágenes y valores ecocardiográficos en los galgos y la mayoría de los lebreles también son diferentes a los de las otras razas, y al usar los «valores normales» estándar se clasifica erróneamente a una gran proporción de lebreles como anormales («miocardiopatía»). Los galgos también tienen mayores concentraciones de troponina I y proBNP en suero que otros perros, encontrándose con frecuencia en el intervalo de un perro con miocardiopatía. Como consecuencia, se calcula que aproximadamente 12.000-15.000 galgos están recibiendo medicamentos para el corazón que no necesitan.

Galgos y otros lebreles (excepto Wolfhounds irlandeses) también tienen la presión arterial alta. En los años 60, varias instituciones de investigación médica mantenían galgos como modelo para la hipertensión sistémica en las personas. Un galgo normal puede tener la presión arterial sistólica > 160 mmHg cuando se presenta en un hospital veterinario. Los galgos sufren el «efecto de la bata blanca» en su presión. Los galgos normales tienen una presión sistólica del orden de 160 mmHg en el hospital, pero sólo 120 mmHg en su hogar. Por lo tanto, la hipertensión también se diagnostica demasiado en esta raza.

Investigaciones recientes han demostrado que los galgos no metabolizan los fármacos como otros perros. La concentración de enzimas hepáticas del citocromo P-450 (CYP) es significativamente menor que en otras razas, lo que explica el metabolismo errático de algunos medicamentos cuando se utiliza polimedicación. Por ejemplo, una dosis terapéutica de propofol causa una anestesia que dura minutos en el galgo; si el perro recibe un «fármaco CYP», como cloranfenicol, la misma dosis de propofol se traducirá en una anestesia que dura varias horas. En nuestra experiencia, un buen ejemplo de esto es la administración de acepromacina. Si un galgo recibe una dosis terapéutica de acepromacina (0,05 a 0,1 mg/kg) como premedicación, la recuperación de la anestesia puede durar hasta 8 horas. En OSU utilizamos una dosis total de 0,5 mg para un Greyhound de 30-kg. Además del déficit CYP, los galgos también tienen tasa elevada de filtración glomerular (TFG) y un gran volumen de distribución, y pueden tener diferencias en la absorción intestinal de fármacos.

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